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jueves, 17 de abril de 2008

Pobres, negros y despreciados.

“Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas.
Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado;
¿No hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos?”
(Santiago 2 : 1)


Amada Iglesia:

No pude resistir el compartir con ustedes los siguientes apartes de un mensaje escrito por el hermano, historiador y escritor español, Mario Escobar Golderos, sobre los reclamos sociales y religiosos del recordado pastor y mártir afroamericano Martin Luther King:

En la Conferencia en la Mutualité de París el 24 de octubre de 1965, Martin Luther King lanzó un mensaje encendido a la Iglesia adormecida. El decepcionante comportamiento de muchos cristianos ante las injusticias que les rodean, desprestigia al Evangelio. Las palabras del famoso predicador no pueden ser más elocuentes:

“A los negros de América los han decepcionado la Iglesia de Cristo que parece más blanca que cristiana y muchos ministros de culto blancos, que prefieren callarse amparados tras sus vidrieras. Los han decepcionado ciertos pastores negros que parecen preferir dedicarse al confort de sus coches que al servicio que deben a la comunidad negra..."

La Iglesia es la responsable de que los hombres busquen en la violencia la justicia social. Las palabras de King son aleccionadoras:

“La Iglesia tiene una gran parte de responsabilidad en el movimiento revolucionario. Sí, esta misma Iglesia, que tan a menudo es sólo el último bastión del status quo…

"Desde las sombrías regiones de África hasta el “cinturón negro” de Alabama, vi a hombres sacudir sus cadenas simplemente porque de repente habían tomado conciencia de ser hijos de Dios y porque, como hijos de Dios, no podían aceptar ser esclavos de ningún hombre”.

Vivimos en un mundo injusto. Los pobres claman justicia desde continentes como el de África, Asia o América.

¿Apartaremos nuestra mirada en busca de nuestro confort?

¿Nos uniremos a las voces que desde nuestra sociedad sólo ven en los pobres del Tercer Mundo un problema de seguridad?


COMENTARIO NUESTRO:

Los pobres también son vistos por muchos como los desechados de Dios, que están pagando sus pecados. Sin embargo, esto haría a Dios contradictorio a sí mismo, pues en Cristo nos dijo que son bienaventurados los pobres, los que lloran y los perseguidos.

“Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios”
(Lucas 6 : 20)

¿Y tú, Iglesia, prefieres estar con los ricos, los confortables, los blancos y los “bien presentados”, que con los negros, los pobres, o los que no tienen ningún atractivo personal, social o religioso?

El apóstol Pablo nos retransmite la solicitud que Dios le hiciera, a través de las primeras columnas de la Iglesia, Pedro, Juan y Jacobo, de recordar con diligencia, el tener prioridad o preferencia por los pobres:

“Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer”(Gálatas 2 : 10).

Es hora de sacudirnos del conformismo con los ideales del mundo y la exaltación del éxito o la prosperidad material.

La Iglesia debe levantarse nuevamente como en su principio, como la voz crítica, denunciante, confrontadora y profética, en contra de toda desviación de los fundamentos del Evangelio.

Y los marginados por “la sociedad” y “la religión”, es decir los pobres, deben volver a ser los preferidos del Evangelio.

“Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?” (Santiago 2 : 5).

“Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas” (Apocalipsis 3 : 17).

Dios les continúe bendiciendo.
Vicente Mercado Santamaría.
Cristianos en Acción
Contendiendo ardientemente por la fe (Judas 3)
cristianos.en.accion.hoy@hotmail.com
Barranquilla, Colombia

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